El simple gesto de abrir los periódicos cada mañana para ver como va la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se ha convertido día tras día en una pequeña tortura. Les confieso, no obstante, que es un sufrimiento voluntario por que obviamente nada ni nadie me obliga a ello, más allá de mi interés por estar informada y sacar mis propias conclusiones, que el lector juzgará acertadas o no.
Sigo viendo como PP y PSOE siguen tirándose improperios y otras lindezas el uno al otro sin aportar ninguna solución a la ciudadanía, en una absurda pelea del “y tú más”. A nadie se le escapa que evidentemente la situación del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se encuentra agravada por la crisis, pero ni más ni menos que cualquier otro ayuntamiento del archipiélago. Cuando el ciudadano de a pie pretende elevar la más mínima queja sobre el consistorio capitalino, empiezan con el resabido monólogo de las tremendas deudas que Luzardo y su grupo dejaron a su paso, y que no repetiré aquí por parecerme ya cansino.
Ante estas “irrefutables” pruebas que pretenden explicar la falta de recursos y de actividad de la actual corporación palmense, no es descabellado pensar que los socialistas desde la privilegiada tarima de la oposición, sabían de manera bastante aproximada en qué situación económica se encontraba el ayuntamiento al finalizar la anterior legislatura. Y por lo tanto, si seguimos desarrollando esta idea debe afirmarse con total rotundidad que el PSOE mintió a sabiendas, de manera descarada y sin escrúpulos a sus electores, sabiendo de antemano que no iban a cumplir prácticamente nada de su programa, rubricado y firmado en cada pueblo durante la pasada campaña.
Más allá de las deudas que hayan dejado unos y otros, ninguno ha sabido ni querido actuar con responsabilidad ante la gestión del gobierno municipal. La responsabilidad, a la que aluden ahora los socialistas como argumento para no hacer nada y seguir como estamos, pasa a mi juicio por que Saavedra coja las riendas del ayuntamiento y ejerza sus funciones remodelando su gobierno, unificando concejalías y prescindiendo de miembros del grupo municipal - con sus consabidos asesores y directores generales - que lejos de demostrar su eficacia han perjudicado aún más si cabe a la ciudad con su gestión. Ante los que se les llena ahora la boca con la palabra responsabilidad, tras cuyo vocablo se esconde su total y absoluta inoperancia e incompetencia, a los que esperan cómodamente a que llegue financiación de Madrid o Europa, les preguntaría por ejemplo qué responsabilidad han tenido recortando líneas de Guaguas Municipales sin consenso y sin entregar, desde hace meses, el plan de viabilidad para que ayuden con la deuda Cabildo y Gobierno autónomo.
No es de recibo que tras dos años de mandato la imagen que se de a la opinión pública por parte de este ayuntamiento sea de desidia y desprecio al ciudadano, llevando a cabo toda una serie de despilfarros a costa del erario público. Por que ha habido dinero para árbol de hidrógeno en navidad, fastuosos carnavales que no terminaron de gustar, festivales de cine y fomento de actividades culturales elitistas - promovidas por los socialistas o Compromiso - que han dejado por ejemplo al Pérez Galdós con escasos ingresos. No hemos pasado de la idea romana de vender, ante periodos de carestía, pan y circo.
Hace falta, definitivamente, un soplo de aire regenerador que haga primar ante todo, lo nuestro, y que reformule de raíz todas las políticas de desarrollo que se han llevado a cabo en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Peperos y socialistas han seguido, siguen y seguirán desarrollando el mismo tipo de gestión caduca, vacía y alejada de los intereses del ciudadano que sólo promueve un diálogo de sordos de los que "no hacen ni dejan hacer", paralizando la ciudad. Es para ellos imposible buscar nuevas soluciones a viejos problemas, plantear nuevos horizontes de trabajo y explotar nuevos yacimientos de empleo. Desgraciadamente no aprenderemos nada de la crisis y seguiremos explotando, tras el bache, la construcción y el turismo de sol y playa; por su parte el ayuntamiento seguirá expidiendo licencias para sobrevivir y gastando por encima de sus posibilidades, haciendo creer que no hay más alternativa que el seguir por este camino.
Desde luego termino afirmando que sólo el ciudadano tiene en su mano cada 4 años el dar un giro de 180 grados a esta situación, y dejar este ridículo teatro donde los contendientes se pelean en público delante de los medios y siguen siendo amigos entre bambalinas. Reflexionemos sobre la actual situación y tengamos memoria a la hora de emitir nuestro voto, saliendo del eterno círculo de la pescadilla que se muerde la cola y que no va a ninguna parte.
Sigo viendo como PP y PSOE siguen tirándose improperios y otras lindezas el uno al otro sin aportar ninguna solución a la ciudadanía, en una absurda pelea del “y tú más”. A nadie se le escapa que evidentemente la situación del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se encuentra agravada por la crisis, pero ni más ni menos que cualquier otro ayuntamiento del archipiélago. Cuando el ciudadano de a pie pretende elevar la más mínima queja sobre el consistorio capitalino, empiezan con el resabido monólogo de las tremendas deudas que Luzardo y su grupo dejaron a su paso, y que no repetiré aquí por parecerme ya cansino.
Ante estas “irrefutables” pruebas que pretenden explicar la falta de recursos y de actividad de la actual corporación palmense, no es descabellado pensar que los socialistas desde la privilegiada tarima de la oposición, sabían de manera bastante aproximada en qué situación económica se encontraba el ayuntamiento al finalizar la anterior legislatura. Y por lo tanto, si seguimos desarrollando esta idea debe afirmarse con total rotundidad que el PSOE mintió a sabiendas, de manera descarada y sin escrúpulos a sus electores, sabiendo de antemano que no iban a cumplir prácticamente nada de su programa, rubricado y firmado en cada pueblo durante la pasada campaña.
Más allá de las deudas que hayan dejado unos y otros, ninguno ha sabido ni querido actuar con responsabilidad ante la gestión del gobierno municipal. La responsabilidad, a la que aluden ahora los socialistas como argumento para no hacer nada y seguir como estamos, pasa a mi juicio por que Saavedra coja las riendas del ayuntamiento y ejerza sus funciones remodelando su gobierno, unificando concejalías y prescindiendo de miembros del grupo municipal - con sus consabidos asesores y directores generales - que lejos de demostrar su eficacia han perjudicado aún más si cabe a la ciudad con su gestión. Ante los que se les llena ahora la boca con la palabra responsabilidad, tras cuyo vocablo se esconde su total y absoluta inoperancia e incompetencia, a los que esperan cómodamente a que llegue financiación de Madrid o Europa, les preguntaría por ejemplo qué responsabilidad han tenido recortando líneas de Guaguas Municipales sin consenso y sin entregar, desde hace meses, el plan de viabilidad para que ayuden con la deuda Cabildo y Gobierno autónomo.
No es de recibo que tras dos años de mandato la imagen que se de a la opinión pública por parte de este ayuntamiento sea de desidia y desprecio al ciudadano, llevando a cabo toda una serie de despilfarros a costa del erario público. Por que ha habido dinero para árbol de hidrógeno en navidad, fastuosos carnavales que no terminaron de gustar, festivales de cine y fomento de actividades culturales elitistas - promovidas por los socialistas o Compromiso - que han dejado por ejemplo al Pérez Galdós con escasos ingresos. No hemos pasado de la idea romana de vender, ante periodos de carestía, pan y circo.
Hace falta, definitivamente, un soplo de aire regenerador que haga primar ante todo, lo nuestro, y que reformule de raíz todas las políticas de desarrollo que se han llevado a cabo en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Peperos y socialistas han seguido, siguen y seguirán desarrollando el mismo tipo de gestión caduca, vacía y alejada de los intereses del ciudadano que sólo promueve un diálogo de sordos de los que "no hacen ni dejan hacer", paralizando la ciudad. Es para ellos imposible buscar nuevas soluciones a viejos problemas, plantear nuevos horizontes de trabajo y explotar nuevos yacimientos de empleo. Desgraciadamente no aprenderemos nada de la crisis y seguiremos explotando, tras el bache, la construcción y el turismo de sol y playa; por su parte el ayuntamiento seguirá expidiendo licencias para sobrevivir y gastando por encima de sus posibilidades, haciendo creer que no hay más alternativa que el seguir por este camino.
Desde luego termino afirmando que sólo el ciudadano tiene en su mano cada 4 años el dar un giro de 180 grados a esta situación, y dejar este ridículo teatro donde los contendientes se pelean en público delante de los medios y siguen siendo amigos entre bambalinas. Reflexionemos sobre la actual situación y tengamos memoria a la hora de emitir nuestro voto, saliendo del eterno círculo de la pescadilla que se muerde la cola y que no va a ninguna parte.
Por Jennifer Guerra Hernández
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