LA LUZ NARANJA

Hace días he visto como Caritas Diocesanas de Canarias pedía ayuda ante los nuevos tiempos que corren, de hambruna, viéndose obligados a acudir a los medios de comunicación para ello, y como siempre hemos de ser los ciudadanos los que paguemos el pato de la incompetencia de nuestros políticos.

Ya se están recogiendo por ahí donativos. Los políticos de turno son incapaces de crear nuevas alternativas como sería el bajarse sus propios sueldos. Corporación tras corporación hacen que los funcionarios realicen horas extras en vez de crear nuevos puestos de trabajo, y tiran de los fondos del estado para pagarse pequeños o grandes caprichos, sin conformarse con el sueldo normal de sus jornadas laborales.

Desde el Presidente del Gobierno, Comunidad Autónoma, pasando por el Presidente del Cabildo, y terminando por los alcaldes y concejales, como los de Las Palmas de Gran Canaria… ¿qué, es que, cómo ya se acaban los favores a los constructores, se acaba también la iniciativa política para crear nuevas expectativas laborales?

Creo recordar que en su momento se aprobó en el parlamento español, una ley en la cual la tendencia era bajar a 35 horas semanales por varias causas pero yo destacaría 3 principalmente:

1ª) Era que los trabajadores pudieran pasar un mayor tiempo con sus familiares.
2º) Evitar por todos los medios que se realizaran horas extras, que en muchas ocasiones se convertían en extrañas, o bien porque no se pagan (porque las haces y hay otra persona deseando ocupar tu lugar ó bien porque se pagan tarde, mal o nunca cobrándose por debajo de la mesa, para que el empresario no declarare dichas horas y evitarse así el pago de la Seguridad Social y el I.R.P.F. que corresponda. Craso error porque el que termina perdiendo siempre es el trabajador, ya que no se le tendrán en cuenta a la hora de su cotización en la jubilación o despido por parte de la empresa.
3º) Obligar al empresariado a contratar a un mayor número de personal.

Este era el fin de esta normativa, el que el empresariado se viese obligado a contratar mayor personal cualificado. Además se instaba al empresariado a que sus empleados pasaran por los cursos de formación, que muchas mutuas gestionan, y muchos empresarios se saltan a la torera creándose luego grandes y graves accidentes laborales. Por desgracia con lesiones inoperables que obliga a que personas con 30 ó 40 años ya no sean aptos para el trabajo, por que sus lesiones generando un engorroso costo añadido. Finalmente diré que generalmente el empresario elude mandar a sus trabajadores a los cursos de formación para favorecer el “entre menos sabes menos me exiges”, por ello, propongo:

1º) Que dichos empresarios sean multados por no permitir que sus trabajadores asistan a estos cursos de formación, porque están ocupados en ver la forma y manera de sacar mas dinero para sus arcas, haciendo trabajar a sus empleados en vez de hacer cursos de reciclaje de accidentes laborales.

2º) Que a dichas aseguradoras particulares se le exija o se les permita el retirarle el contrato a la empresa que no favorezca la asistencia a asistir a dichos cursos para evitar los accidentes laborales, ¡pero claro se me olvidaba las aseguradoras también son empresas!.

Por tanto me declino mas por la opinión en aquellos casos en los que las empresas no hayan pasado u obligado a sus trabajadores a realizar los cursillos sean pertinentemente multados, que es lo que le duele al empresariado, que le sacudan bien el bolsillo.

Pero volviendo al mundo político, factor muy interesante en la visión general de nuestra crisis: nos exigen bajo campañas publicitarias que hagamos uso de medios colectivos de transporte, mientras ellos se mueven en coches oficiales cuyo coste de mantenimiento nadie sabe pero que se imagina exorbitante.

Hay solución a la crisis, ¡pues claro que la hay! Pero la misma pasa por que absolutamente todos arrimemos el hombro y nos apretemos el cinturón, y no sólo los de siempre…. ¿de qué sirve ahora tanto cemento?. El ciudadano de a pie necesita de lo primordial, que es la subsistencia diaria. Hay que vender nuestros productos hortofrutícolas a los extranjeros y luego las papas de Siria, peras de Chile, etc… que lo único que estamos haciendo al incrementar sin control nuestras importaciones, es empobrecer nuestra economía y nuestra tierra fomentando el desarrollo de nuevas plagas para las cuales no estamos preparados. Crearíamos, al favorecer el desarrollo de nuestro sector primario, muchos puestos trabajo. Y no sólo esto sino muchas más ideas rondan por mi cabeza a este respecto, pero para no cansarles más las dejaré para otra ocasión.

Domingo M. Guerra Hernández.

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